jueves, 7 de julio de 2011

La primera semana {18 junio - 24 junio}

De pequeña nunca fuí buena en el deporte. En primaria me gustaba mucho practicar gimnasia y soñaba con ser una gimnasta famosa, pero mi cuerpo redondete y mis piernas cortas no me ayudaron mucho en mi deseo. Luego en secundaria, me inscribí en un curso de natación pero me dí cuenta que aunque sabía nadar me daba miedo encontrarme en medio de la profundidad de la piscina. Para ese entonces, correr en el curso de educación fisica era una penitencia porque yo no tenía nada de resistencia. Además, en Venezuela correr es un deporte para atletas, es muy raro ver a la gente corriendo en las calles como pasatiempo mucho menos para mantenerse en forma. Luego, a la edad adulta me inscribí en un gimnasio y me gustaba trabajar con las pesas. Siempre he tenido buena capacidad para levantar bastante peso con ellas, pero ninguna resistencia para correr. Me imagino que tiene que ver con mi sobrepeso. 


El primer día fue penoso, Luis me acompañó a lo largo de los 2 km animándome con paciencia. A duras penas podía correr 1 minuto seguido de sopotocientos minutos caminando. Repetí lo mismo unas 4 o 5 veces. En ese minuto infinito apenas avanzaba como 100 metros, esos 60 segundos se convertían en una eternidad.  En medio del recorrido tuve que pararme a estirarme las piernas, especialmente porque me dolía mucho en la parte superior del pie y la parte frontal-externa de la tibia. Ese mismo día hicimos algunos ejercicios cardiovasculares en la casa, al terminar me apliqué hielo para evitar la inflamación.


Con un día de intermedio, la segunda vez fue muy parecida a la primera. Esta vez hice el recorrido sola muy temprano en la mañana. El tercer día fue mucho mejor, pude correr la mitad del parque, mas o menos como dos minutos sin parar (yayyyyy). Terminé el recorrido con un dolor intenso en la parte superior del pie izquierdo, además de dolerme las pantorrillas por los ejercicios que había hecho el día anterior. 


El sabado, cumpliendo mi primera semana de entrenamiento, decidí hacer cortas carreras a la máxima velocidad que alcanzaba. Luis me cuenta que era cómico ver como yo ponía todo mi esfuerzo sin avanzar mucho en distancia. En mi mente yo estaba corriendo como una locomotora pero la verdad es que mis piernas dan unas zancadas tan cortas que no me ayudan a avanzar como quisiera (en mi mente la pelicula era diferente). Ese día me dolian tanto las pantorrillas que nisiquiera pude hacer ejercicios. Nuevamente me apliqué hielo y tomé medicamentos para evitar la inflamación. 

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